02.12.13 - Argentina.- Catalina despertó al mundo de los sonidos reciĆ©n despuĆ©s de su primer cumpleaƱos. “Hola Cata, soy mamĆ””, fueron las palabras que le dieron la bienvenida. Acto seguido, escuchó las risas de satisfacción y el llanto de emoción de sus papĆ”s que, ante el diagnóstico de hipoacusia, habĆan decidido someterla a un implante coclear. La intervención estĆ” incluida en el Plan MĆ©dico Obligatorio (PMO), que garantiza su cobertura tanto en el sistema de salud pĆŗblico como privado.
La Ley 25415 de Detección temprana y atención de la Hipoacusia –promulgada en 2001 y reglamentada en 2011- establece que todo reciĆ©n nacido antes del primer mes tiene derecho a ser estudiado para evaluar su capacidad auditiva, en primera instancia, a travĆ©s del estudio de las otoemisiones acĆŗsticas. A Catalina ese examen le dio negativo. Sus padres no tardaron en notar que el resultado era certero. Al llevarla a su casa, la beba ni se inmutó al escuchar a los perros ni el escĆ”ndalo de la alarma. Hipoacusia neuronsensorial bilateral severa profunda, dijeron los mĆ©dicos. “No escuchaba absolutamente nada”, simplifica Patricia Buzzetti, su mamĆ”.
La nena fue operada a los 13 meses de vida –en Argentina se requiere que haya cumplido un aƱo, como mĆnimo-. El dĆa del “encendido” escuchó finalmente a sus mascotas. Y poco a poco empezó a identificar el ruido que hace un vaso al caer, el motor de un auto, el centrifugado del lavarropas y a bailar al compĆ”s de la mĆŗsica. El oĆr le abrió tambiĆ©n las puertas a la oralidad. “Hoy tiene un lenguaje similar al de un chico normoyente de la misma edad”, comenta orgullosa su mamĆ”. PrĆ”cticamente desde que nació, Cata asiste al colegio Las Lomas Oral, una asociación civil sin fines de lucro que trabaja en la educación e integración de chicos con pĆ©rdidas auditivas, pero el aƱo que viene ingresarĆ” a sala de 4 en una escuela comĆŗn.
En el 98% de los chicos que nacen con sorderas severas y profundas –o que la adquieren durante el transcurso de la vida- la lesión estĆ” ubicada en la cóclea, que es el oĆdo interno (ese con forma de caracol). “El implante coclear trabaja con una parte interna que se coloca dentro de la cóclea y una parte externa –comunicadas por un imĆ”n- que convierte a la palabra en impulso elĆ©ctrico codificado. Eso estimula el nervio, que lo lleva por toda la vĆa auditiva hasta la corteza, que es la que interpreta el mensaje”, explica Vicente Diamante, el cirujano que mĆ”s implantes realizó en LatinoamĆ©rica, entre ellos el de Catalina.
Se calcula que en el paĆs nacen por aƱo unos 1.500 chicos sordos profundos bilaterales. El especialista recomienda estimularlos con audĆfonos hasta el aƱo y luego realizar el implante simultĆ”neo en los dos oĆdos. Tras la operación, afirma, “hablan como los niƱos que nacieron oyendo”, porque “la mudez no es por un defecto del sistema fonatorio. Es que nadie puede repetir lo que no escucha. El problema es que no les llega el sonido”.
La detección temprana de la hipoacusia posibilita que cada vez nenes mĆ”s chiquitos tengan un diagnóstico que los habilite a la cirugĆa. “Una cosa es operar a un chico de cinco aƱos en adelante o adultos jóvenes que los implantamos y andan muy bien, pero evidentemente el lenguaje no es espontĆ”neo y natural como el de un nene implantado desde el aƱo”, subraya el cirujano.
Florencia Montoto encarna uno de esos casos. Nació hipoacĆŗsica, pero hace 33 aƱos, cuando a los chicos no se los estudiaba, a menos que hubiera alguna sospecha. Fue su mamĆ” quien un dĆa al saludarla notó que no escuchaba. Tras una maratón de exĆ”menes, la equiparon con unos audĆfonos que se conectaban a una caja grande que le colgaba del cuello, pero que no le proporcionaban mĆ”s que un difuso sonido ambiente. A raĆz de eso, desarrolló una muy buena capacidad de lectura labial (“porque no me quedaba otra para sobrevivir, para comunicarme con el mundo”). Eso, mĆ”s el trabajo con fonoaudiólogos le permitió hablar y hacer toda su educación en colegios normoyentes. “Siempre supe que hablaba de un modo extraƱo, raro, porque siempre me preguntaban de dónde soy –me lo siguen preguntando- o me hablan en inglĆ©s, en francĆ©s y estoy en el horno”, suelta entre risas. Su tez blanca, ojos celestes y cabello rubio hacen su aporte a la confusión.
El proyecto de ser mamĆ” llegó unido al deseo de escuchar mĆ”s. A los 27, se hizo el implante en un oĆdo y a los 30, en el otro. “El dĆa del encendido lleguĆ© a mi casa, preparĆ© mate, tirĆ© la yerba y recuerdo que hizo un ruido impresionante que no sabĆa que existĆa. Fue todo un descubrimiento”, cuenta. Nunca antes habĆa podido escuchar palabras a travĆ©s de sus oĆdos, ni siquiera la propia. Gracias a la operación ya no necesitó leer los labios y los diĆ”logos dejaron de sonar a murmullos.
El primer implante fue cuando sus mellizos Milos y Mateo tenĆan siete meses. “Fue increĆble porque habĆa pasado los primeros meses escuchando a mis hijos con los audĆfonos y no podĆa diferenciar cuĆ”l lloraba ni por quĆ©”, recuerda Florencia, quien ademĆ”s lleva adelante una fundación que ayuda a personas con pĆ©rdidas auditivas. “Ahora puedo distinguir quiĆ©n me estĆ” llamando, antes era impensable. Desde el lugar de mamĆ”, creo que es lo mejor que pude haber hecho estar plenamente comunicada con mis hijos”, cuenta la joven que dejó la BioquĆmica para estudiar FonoaudiologĆa, convirtiĆ©ndose en el tercer caso en el mundo de una persona sorda que hace esa carrera.
Milos y Mateo, al igual que su mamĆ” y su papĆ”, nacieron hipoacĆŗsicos. Los chicos fueron implantados despuĆ©s del aƱo. A quien no viera los audĆfonos detrĆ”s de sus oĆdos le serĆa imposible siquiera sospechar que son sordos. En la colorida casa familiar de Colegiales las charlas, los gritos, los cantos y los ruidos varios le ganaron definitivamente la batalla al silencio.
Para mÔs información: Programa Nacional de Detección Precoz y Atención de la Hipoacusia (hipoacusia@msal.gov.ar). Tel: 011 4379 9012.
AccedĆ© al video haciendo click aquĆ. Via: clarin.com
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