19.01.16 - DespuƩs de que nuestro organismo llega al cenit de su desarrollo alrededor de los 25-30 aƱos, un proceso inexorable se abre paso y no se detiene hasta el momento de nuestra muerte. Todos lo conocemos, aunque muchos quieran negarse a Ʃl: el envejecimiento.
Hemos de envejecer… y por mĆ”s mĆ©todos que se hayan creado para contener e inmovilizar nuestro deterioro, no todo siempre puede ser controlado. Ni siquiera poniĆ©ndole Botox a nuestras cuerdas vocales (procedimiento vĆ”lido en tratamientos quirĆŗrgicos para determinadas patologĆas), nuestra voz volverĆ” a ser la misma que aquella que fue entre los 25 y los 45 aƱos.
Al nacer, nuestra laringe tiene tan solo 18 mm de largo y los pliegues vocales miden entre 4,5-5 mm. Ćsta se encuentra a la altura de la segunda y tercera vĆ©rtebra cervical (C2-C3) y solo es capaz de producir un nĆŗmero muy limitados de sonidos (todos ellos agudos) debido a su configuración y tamaƱo. Los primeros gritos tienen un tono medio de 440-500 Hz, hacia los tres aƱos el tono de habla se encuentra alrededor de los 320-350 Hz y en torno a los siete se estabiliza entre los 250-300 Hz.
A medida que vamos creciendo, ganamos dominio y consciencia (algo necesario para desarrollar determinadas impresiones propioceptivas), y hasta los 9-11 aƱos poseemos una voz estable y regular en tĆ©rminos de frecuencia, intensidad y timbre, en algunos casos, incluso difĆcil de distinguirla entre niƱo y niƱa.
A partir de la pubertad, el desbalance hormonal hace que, sobre todo en los hombres, la muda vocal sea mucho mĆ”s evidente que en las mujeres. La configuración larĆngea, en el hombre, cambia en todas sus dimensiones. El órgano vocal se agranda, las cuerdas vocales se engrosan, la posición larĆngea desciende y junto con ella la altura tonal (en promedio, una octava). El timbre se ve afectado por una modificación general de las cavidades de resonancia y la voz (que antes era de un niƱo) ahora fluctĆŗa penosamente entre los tonos graves y agudos.
Una vez adquirida la “nueva voz”, Ć©sta se mantiene asĆ por largo rato. Lo que podrĆamos llamar “tiempo de plenitud vocal” va de los 25 a los 45 aƱos, pudiendo mantener determinadas caracterĆsticas de una voz joven pasada esta edad, a merced de entrenamiento, cuidado y dedicación.
En la mujer, la muda vocal es mÔs discreta y se establece con mayor facilidad al no tener que lidiar con tanto cambio (su turno, en realidad, llegarÔ pasada la década de los 40). Durante la adolescencia, la voz femenina desciende alrededor de tres tonos y se conserva asà hasta la menopausia.
Por encima de los 45 aƱos, los roles se invierten en cuestiones vocales y quizĆ”s el hombre tiene mayor ventaja. La voz no sufre modificaciones tan notorias como en las mujeres. Sin embargo, allĆ es cuando se produce el verdadero cambio en el sexo femenino, coincidiendo con los cambios hormonales caracterĆsticos del climaterio; la voz se hace mĆ”s grave (se viriliza) y pierde resonancia. La elasticidad, no solo de las cuerdas vocales sino del cuerpo en general (en ambos sexos), cambia y la destreza para algunas tareas ya no es la misma.
Pasados los 60, los cartĆlagos, antes flexibles, empiezan a retener y almacenar mayores concentraciones de calcio (aunque Ć©ste es un proceso que se inició a los 20 aƱos), lo que paulatinamente lleva a una osificación de los mismos. Con los aƱos no llega solo la presbicia (deterioro fisiológico de la vista) o la presbiacusia (pĆ©rdida de la audición); tambiĆ©n se hace presente la presbifonĆa. Ćsta se manifiesta a travĆ©s de cambios vocales, debido al envejecimiento de la laringe y se caracteriza por proyección vocal pobre y aspereza en la voz.
Ya para los 75 aƱos y lo que queda de vida, el sostĆ©n muscular respiratorio falla con mucha frecuencia, el soplo espiratorio no es el mismo, la voz se vuelve dĆ©bil, quizĆ”s entrecortada debido a alteraciones en el ritmo y fluidez del habla. La mucosa que recubre las cajas de resonancia, a raĆz de su deshidratación, hace que Ć©stas pierdan elasticidad y modifiquen su tamaƱo y textura; conllevan aparejado una reducción de la amplificación del sonido, modificación del timbre vocal y deficiencias melódicas.
Alteraciones las hay tambiĆ©n a nivel de los órganos de la articulación. La hipotonĆa que padecen las personas mayores, en ocasiones de origen central, cursan con alteraciones en la musculatura de los labios, lengua y velo del paladar. La pĆ©rdida de piezas dentarias influye y la calidad vocal puede verse perjudicada no solo por la senilidad sino tambiĆ©n por alguna enfermedad altamente condicionante.
Por Rodrigo Maximiliano Jerez.
Lic. en fonoaudiologĆa - Especialista en Voz.
Autor del libro FonoaudiologĆa en Locución.
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