24.08.09 - Argentina.- Ariel Tarico se conformaba con armar algunas imitaciones en Santa Fe cuando encontrĆ³ el hueco y probĆ³ suerte en Buenos Aires. Tuvo que adaptarse a la rutina y emprender un viaje semanal. SalĆa los viernes a la noche y llegaba a Capital los sĆ”bados a la maƱana, bien temprano, a los estudios de radio Rivadavia. AhĆ lo esperaban Paulino Rodrigues y el equipo de El TobogĆ”n. La suerte estaba echada.
Fuente: Perfil.com
Haciendo clik aquĆ, vas a la video-entrevista, producciĆ³n realizada por el diario.
Unos meses mĆ”s tarde y a travĆ©s de un aviso clasificado descubriĆ³ que otra radio porteƱa buscaba humoristas. Por sugerencia de algunos allegados que decĆan que se trataba de Mitre, mandĆ³ un demo y esperĆ³. Alejandra Medina, por entonces productora de la emisora del Grupo ClarĆn, le dio la noticia: "EmpezĆ”s la semana que viene".
A MartĆn Bilyk, por su parte, le tocĆ³ en suerte empezar en la producciĆ³n pero despuntaba el vicio desde antes "por su cuenta" y entre amigos hasta que se propuso intentarlo en radio. El recuerdo mĆ”s pintoresco de esos aƱos fue cuando en un brote de autoritarismo se puso en la piel de Aldo Rico para "suspender" - en broma, claro - un partido de la SelecciĆ³n. El resultado, como se preveĆa, fue una horda de oyentes enardecidos que criticaban la medida y un llamado desde CrĆ³nica TV: "¿Ustedes sacaron a Rico?"
Lo de Juanjo Salce iba por lo periodĆstico hasta que sus caminos se bifurcaron: viajĆ³ al centro porteƱo, estudiĆ³ ComunicaciĆ³n y soltĆ³ sus voces frente a HĆ©ctor Larrea. La primera vez tuvo un "no" como respuesta. No, no funcionaba. No, no era lo que esperaban. Pocos meses despuĆ©s volvieron a llamarlo, otra vez, de la misma radio. Y por esas cosas del destino, le dieron el "ok" para arrancar con participaciones humorĆsticas, de esas que usan los conductores para descomprimir el aire.
Las historias de los tres se parecen. Tarico como Bilyk y Salce se colaron en los medios y empezaron a hacer, con mƔs o menos gracia, lo que saben: compilar en su garganta docenas de voces. Lejos de extinguirse como el radioteatro sesentoso, los imitadores ya parecen una especie implacable y si bien se les pueden reprochar ciertos anegamientos en el Ʃter hay una realidad que es innegable: cuatro de las cinco radios argentinas mƔs escuchadas, tienen uno.
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